lunes, 20 de octubre de 2008

Con una pequeña ayuda de mis amigos.

Con cariño para Ringo.
El Beatle simpático... por cierto, amor y paz, amor y paz!



Como muchísimos beatlemanos estoy consternado. Miren que venir a enloquecer a los sesenta y ocho años de edad, era lo que le faltaba al buenazo de Ringo Starr. Y es que es inaudito ver el video que tuvo a bien subir a su página oficial, para anunciar que a partir del 20 de octubre de este año, cualquier correspondencia que reciba por parte de sus fans se irá directamente al carajo. Cuando yo lo vi, lo primero que llamó mi atención fue el tono y la fuerza de sus palabras, pues aparece enfurecido y lo primero que pensé es: pinche Ringo, volvió a caer en las drogas. Y para colmo, dicho mensaje se encuentra entre anuncios de venta de sudaderas, bolsas y demás madres con su imagen y firma. Siendo lo más vaciado que la noticia inmediata anterior, es una convocatoria del Beatle simpático para que todos aquellos que hayan atendido su reciente gira por la unión americana y tengan fotos de la misma, se las manden. Porque él personalmente seleccionará la que más le guste y otorgara al ganador un parche de batería: autografiado! Dios mío.

Pero como dijo Jack el Destripador: Vámonos por partes!

En el mundo hay gente chida, gente castrosa y fans. Los fans no son castrosos, si no que llegan aún más lejos. Y antes de que se malinterpreten mis apreciaciones, aclaro: Una cosa son los seguidores o entusiastas de cualquier disciplina y otra cosa son los fans. De hecho, la palabra solo es una contracción de fanatismo y eso ya implica mucho.


Ringo antes del 20 de 0ctubre de 2008.





Desde que era yo un pequeño Diablo y me empezó a latir la onda de la música, me imaginaba lo suave que sería conocer a todos esos músicos a los que ya admiraba. Y de tal forma mi primer contacto con ese mundo, fue cuando en 1983 vinieron Steve Harris y Adrian Smith de Iron Maiden, para promocionar el lanzamiento del flamante “Piece of Mind”. La cita fue en el estacionamiento del Aurrera de Plaza Universidad (en la actualidad ahí hay un Walmart), y para ese día los solapadores de mis padres a mí me dejaron faltar a la primaria y a mi hermano le enfermaron o de plano mataron a un tío, no recuerdo bien. Y cuando llegamos de la mano de mi mamá y mi tío (hermano mayor), el Dr. Wagner, eso era la locura. En el famoso estacionamiento parecía que en realidad se iba a realizar un concierto. Hasta la madre! No sé cuanta gente habría, pero se me hace que unos cinco mil rockeros sí había. Estaba tan grueso, que a fin de cuentas Harris y Smith nunca pudieron descender de su unidad. Y así como llegaron se fueron, pero con varios locos colgados del coche.

Después de esa experiencia, los de Casa Grande y Heavy Metal Subterráneo comenzaron a hacer sesiones de firma de autógrafos con los grupos que traían. Y así es como conocí y tengo varias joyitas autografiadas por Death (sí, Chuck Schuldiner), D.R.I., Obituary, Sacred Reich, Napalm Death, Sodom, Kreator, Ángeles del Infierno, etc... Y la cosa es que como ahí todo era organizado y en general eran artistas famosos pero a fin de cuentas del subterráneo, fue hasta que las grandes leyendas empezaron a venir a tocar por acá, cuando conocí de que madera están hechos los fans mexicanos.


Una placa clásica. El fanatismo se desborda ante Elvis.




La noche del 2 de octubre de 1992 no se olvida. Porque fue en la que Steve Harris me lanzó su muñequera al termino de su segundo y triunfal concierto en el Palacio de los Deportes. Y ahí en su cara, un pendejo de esos que ponen quesque a cuidar y brindar seguridad a la orilla del escenario, me la quitó y se echó a correr como niña. Harris se percató de ello y hasta se la hizo de pedo. Pero como les digo, ese puto huyó. Y como detalle mamila (por si les interesa), todo ese numerito se ve en el video que grabó Multivisión del concierto y que ahora pueden conseguir con su pirata de confianza. La cosa es que yo salí, entre emocionado, emputado y triste por la muñequera que solo fue mía por fracciones de segundo. Y caminando entre la multitud hacia la salida, que se me atraviesa José Luís Pluma, el director de las revistas Conecte y Rock Pop, por lo que pensé: no pues este cabrón debe de saber en qué hotel están hospedados los de Maiden. Y si lo averiguo podría buscarlos para conocerlos y pedirle otra muñequera a Steve Harris. Y así fue, le apliqué manita de puerco a Pluma y aflojó la información. Al otro día llegamos a las siete de la mañana al hotel Presidente y primero nos quedamos a hacer guardia en la banqueta de enfrente, pues suponíamos que era lo más que podríamos hacer. Y ya como a las nueve, así como el gato callejero que se hace pendejo, pendejo y de repente ya lo tienes durmiendo a tus pies, nos metimos y aguardamos sentados en el lobby. Sobra decir que nuestros nervios eran máximos y nuestras caras de pendejos ( del Estrella de la Mañana, mi hermano, el Negro, mi amigo y yo), de antología. De repente, como a las diez u once da la mañana, que sale un roadie del elevador con un diablito, cargando unas maletotas con Eddie mordiendo el nombre de Nicko McBrain bordado. Acto seguido, nos cagamos para adentro. Tras él salió Rod Smallwood, el manejador de la banda (algo así como que el mero jefe), y pues nos pusimos de pié, no sé por qué (les digo que nos hemos de haber visto bien cagados). Y unos segundos después, del mismo elevador salió Steve Harris y ahí sí nos quedamos tiesos y sin poder articular palabra alguna. Entonces se encaminó a entregar su habitación y Smallwood nos dijo (de la manera más amable), que aguardáramos y me pidió que formara a los fans afuera de la puerta, a un lado de su camioneta. Para entonces ya había dos gueyes más, de los cuales uno traía una impresionante envoltura de rollo fotográfico, bien extendida para que se la autografiaran. Así de espeso el cuate.

Y efectivamente, unos minutos después salió Harris y nos saludó perfectamente formados: "Hola chavos, cómo están!" Dijo que solo llevaría su equipaje a la camioneta y regresaría. Y así fue. Amablemente nos firmó lo que llevábamos y se tomó las fotos que quisimos. Pero él, porque Dave Murray aprovechó la distracción y caminó por atrás para subirse al transporte. Janick Gers sí nos atendió a su paso y aunque de repente Bruce Dickinson ya estaba acomodado en el asiento de hasta atrás, en cuanto nos vio yo creo que como que le dimos lástima, porque de un brinco se bajó y también nos atendió como jamás lo imaginamos.


El 7 de febrero de 1964, en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York a las trece horas.
El inicio oficial de la Beatlemanía.




Un mes después nos visitaría Black Sabbath y como se pueden imaginar, ya haríamos camino real hacia esa zona de Polanco. Pero ahora la horda de fans crecería y entonces conoceríamos a una gamma de personajes, que dudo se encuentren en alguna otra parte del mundo.

Uno de ellos es El Tío, quien desde entonces es un muy buen amigo. Él se entacuchó para poder meterse hasta varios pisos de uno de los hoteles y lograr que Carlos Santana le autografiara un disco. Más tarde, cuando vino Metallica por primera vez a México, se les aparecía hasta en la sopa e incluso en plena pirámide del Sol en Teotihuacan, obtuvo las firmas de algunos de ellos. En otro momento sacó de sus casillas (según me dijeron, pues yo no estuve en ese momento), al mismísimo Herman Rarebell, baterista de Scorpions, quien tuvo que esperar a que el Tío abriera con sumo cuidado un l.p. nuevecito, para que el alemán se lo autografiara. Y uno de sus sobrinos, El Pequeño Joaquín, también se entacuchó y pagó una fortuna en el bar del hotel Four Seasons, solo para obtener un garabato de David Coverdale.

Por ahí ronda también una fan que se la gana a todos. Tiene autógrafos de bandas completas y artistas como Iron Maiden, Ozzy Osbourne, Scorpions, Judas Priest, Kiss, Ronnie James Dio y Madonna en un cuaderno! Claro, todos los obtuvo no sin antes preguntar cuidadosamente a quien tenga cerca, la identidad de la celebridad a la que tiene enfrente.



La Wagnermanía.



También hay los que piden autógrafos en fotos de revistas y repentinamente sacan una hoja en blanco, para pedir un autógrafo dedicado a un amigo (el cual comúnmente es el más grande fan del artista, pero que no pudo venir). En una ocasión me tocó ver a Tom Araya de Slayer, echarle miradas a un cabrón como de ya no mames! Cuando le sacaba hojas y hojas para diferentes fulanos. Y es por eso que muchos de estos personajes, ya se encuentran en la lista negra de todos los hoteles de la ciudad.

Hay casos documentados de ocasiones, en los que músicos como Fish o Zakk Wylde han negado sus firmas a estos caza – autógrafos, luego de que sus rostros han quedado grabados en sus memorias en el aeropuerto, en el restauran (antes de cada comida), en el lobby del hotel, en Teotihuacan o a las afueras de los lugares en los que se presentan. Porque muchos de ellos jamás van a los conciertos.



El Diablo y su fanatismo por Tony Iommi y Black Sabbath.




También ha habido situaciones bastante incómodas e incluso de peligro, como aquella cuando Kiss se presentó por primera ocasión en nuestro país. Durante esa visita les organizaron una firma de autógrafos en el Mixup de la Zona Rosa y lógicamente el acceso se limitó a ganadores de concursos previos. Sin embargo fuimos muchos los necios, que también llegamos en busca de una lejana oportunidad de conocer a estos iconos del shock rock. Esa tarde había tanta gente, que tuvieron que cerrar la tienda para que se pudiera llevar a cabo la sesión de autógrafos. De tal forma que la llegada y especialmente la salida de Genne Simmons, Paul Stanley, Bruce Kullick y Erick Singer fueron inolvidables gracias a lo que sucedió y a su par de guaruras, a los cuales se pueden imaginar para que solo dos fueran suficientes. Esa tarde la camioneta que transportaba a la banda se estacionó a escasos metros de la puerta principal de la tienda ( y los que conocen el lugar saben que esa no es una calle para tránsito de vehículos), y los primeros en descender del vehículo fueron este dúo dinámico de prepotentes animales. El par arrasó con lujo de violencia, con cualquier desafortunado que se cruzó en su camino y al menos un par de necios reconocieron, frente e frente, el empedrado que adorna la fachada de la tienda. Después de esa escena, se trazó un caminito imaginario, por el que Simmons caminó amenazante y Stanley como jugador de futbol saludando a la afición. Unos minutos más tarde (a la salida), a un pendejo que le vale madre y que le da un jalón de greñas al mismísimo Demonio. En ese momento se hizo un silencio sepulcral y Simmons volteó lentamente para ver al infeliz, al que muchos asumíamos con pocos segundos de vida. Y cuando cruzó su mirada, solo le espetó una especie de gruñido y continuó con su camino. Ese momento quedó para la historia. Entre madrazos y uno de los dos gorilas tirado en el empedrado (gracias a un auténtico trabajo de equipo), se enfiló la camioneta blanca dejando a todos sin aliento.

De esa madera están hechos los fans mexicanos.




El baterista de los Beatles.



Para el momento que terminé estas líneas, Ringo ya dio una especie de explicación ante su desafortunado video. Y se respalda en el hecho de que han rastreado varios de los objetos que firmaba (y devolvía a vuelta de correo), y de inmediato fueron encontrados siendo subastados en Ebay, lo cual en verdad es una chingadera. Ahí si le concedemos absolutamente la razón.

En consecuencia el famoso video ya fue retirado de su sitio. Pero lo que nomás no se le pasa es la agresividad y el maltrato hacia los destinatarios con sus palabras. Y aunque para muchos enterados ya era conocida su pedantería, ante situaciones de artista – fanático, me parece que en esta ocasión necesitará algo más que una pequeña ayuda de sus amigos, para salir del pozo en el que se ha sumergido.





La manzana de la discordia.




Por lo tanto Ringo Starr debe de dar a gracias a Dios por dos cosas.

1-. De haberse cruzado en el camino de Lennon y McCartney.

2.- De no haber venido a presentarse a nuestro país (porque por diversos motivos sí lo ha visitado con anterioridad), y por lo tanto no haberse cruzado en el camino con muchos de sus fans mexicanos, estos personajes cucarachas (por aquello de la resistencia y supervivencia, no se enojen pues), del show business. Y es que aparte de todo lo que narré por estas líneas, han de saber que los beatlemanos mexicanos, son otra cosa.

Ringo, It don´t come easy!