martes, 7 de junio de 2011

Slayer - El infierno en espera!



Les Claypol, bajista de Primus, declaró: “El mundo es más pesado porque existe Slayer!”. Y ante eso nada se puede argumentar.





Por muchos años Slayer ha sido para el metalero (aún cuando supone ser el miembro más salvaje de toda la fauna rockera), esa válvula de escape, bajo la cual de alguna manera el destrampe encuentra justificación. Slayer es como ese placer por pisar el acelerador sin querer levantar jamás el pié. Slayer es esa carga de adrenalina recorriendo nuestro cuerpo, ante el espectáculo de la violencia. Es también esa justificación ante la afición por el porno y el sexo insano. Slayer es la fuerza motriz que empuja la mano con la daga y la dignificación del satanismo. Slayer es el ángel caido del rock y bajo su influencia la pena no existe y la verguenza es una sobra que se deja para el perdedor. Y para tales efectos, Slayer fue una banda seminal de la escena thrash metalera estadounidense, que con el tiempo se convirtió en la agrupación de metal extremo, más integra en la escena pesada universal.








Y fue en la década de los ochenta, cuando el heavy metal era un movimiento musical en plena ebullición; que como resultado de las enormes hordas de aficionados, se comenzó a gestar al rededor del mundo la escena del heavy metal subterraneo. Y con ella nació, así sencillamente y sin subgéneros, el thrash metal.Y como parte de esta corriente, en 1981 en Huntington, California, nació Slayer. La banda se integró por Jeff Hanneman (guitarra), Kerry King (guitarra), y Tom Araya (bajo), quienes poco después reclutaron a Dave Lombardo (batería), luego de conocerlo cuando les fue a entregar una pizza que pidieron durante los ensayos.

En sus dos primeras entregas discográficas, “Show no Mercy” y “Hell Awaits”, Slayer presentó una consistente colección de temas, que pronto se convertirían en clásicos. Sin embargo fue con su tercera grabación, con la que la leyenda habría de nacer.

Se trataba de su primera grabación bajo la dirección del sultán (entonces), del hip hop: Rick Rubin. Cuando le dieron a escuchar la obra (según ellos), ya terminada de “Reign in Blood”, Rubin la escuchó y se las aplaudío pero les preguntó/sugirió si es que podrían tocarlo aún más rápido. Slayer lo hizo y lo demás es historia.





Con apenas 28 minutos de duración, “Reign in Blood” llegó para convertirse en la unidad de medición metalero/decibélica, contra la que cualquier otra banda habría de comparar sus creaciones en el futuro. Y el nivel técnico e interpretativo de Slayer dejó con la boca abierta al mundo y se convirtió en un espectáculo por sí mismo..

En adelante, sus bandas contemporáneas se fueron quedando en el camino, ya sea por falta de convicción o porque sucumbieron ante los diversos bombardeos de las modas musicales. Sin embargo Slayer demostró que la convicción hacia sus principios, con el tiempo se convertoría en su principal característica y máxima cualidad.

De tal forma fortalecieron su fuero metalero con una serie de discos descomunales, superando incluso el abandono, del que fueron objeto por parte del fenomenal Dave Lombardo, a quien sustituyeron con Paul Bostaph. Y fue en esa época cuando la banda se presentó por primera ocasión en nuestro país, durante dos noches en el ex-Balneario Olímpico de Pantitlán. Cabe mencionar que esa gira de Slayer, formaba parte de la gira Monsters of Rock, la cual presentaba a Suicidal Tendencies, Manowar, Slayer, Black Sabbath y Kiss y que originalmente se presentaría como tal en el Palacio de los Deportes. Sin embargo para el promotor fue sin duda tentador, abatir gastos y presentar solamente a Kiss, metiendo la misma cantidad de gente, a la que aspiraría presentando el paquete completo. Y como dato extraordinario mencionaremos que en aquella ocasión en Pantitlán, poco antes de que la banda saliera a escena, el respetable ya había tenido a bien derribar la reja de seguridad (malla siclónica sostenida con postes de madera). Siendo necesario que el promotor saliera a pedir a a la multitud que diera un paso atras, para que la reja fuera reforzada o de lo contrario Slayer no tocaría.









Para la siguiente comunión con los mexicanos, la banda ya se había reencontrado con Lombardo y fue durante la gira de “Christ Illusion”, cuando se presentaron durante tres fechas en el Salón 21. Durante estas tres presentaciones, la banda tuvo a bien interpretar varias canciones diferentes, agasajando a los aferrados. E inolvidable la escena ocurrida en la primera de sus presentaciones, cuando a un asotado se le antojó vaciar en medio del slam un extinguidor. Recreando una escena digna de cualquier película de muertos vivientes, con una multitud caminando lentamente entre una nube blanca, con los brazos estirados pues sus ojos estaban afectados. Incluso el mismo Tom Araya no pudo terminar de interpretar “Angel of Death”, pues el polvo había llegado a su garganta. Al final del concierto, en el piso había zapatos, anteojos rotos, restos de relojería y mechines de cabello! Es Slayer carajo!!!

Y ahora dentro de unos días, de nueva cuenta tendremos una cita con el Matón, esta vez con la baja por parte de Jeff Hanneman, quien se encuentra incapacitado luego de haber sido mordido por una araña en el brazo. Sin embargo su lugar será ocupado por Gary Holt, lider y perpetrador de Exodus, sin duda un músico con el absoluto abolengo para dicha empresa. Pocas personas como él, pare verse directo a los ojos con Slayer y poder así perpetuar la máxima de que en concierto Slayer no toca... Slayer mata!!!






Allá nos vemos.