jueves, 8 de noviembre de 2012

"Black Sabbath en el Palacio de los Deportes - A veintiún años del histórico evento"



Por supuesto que el Diablo Despierto no olvida esta evento y algunas palabras habría de dedicar el día de hoy.








Black Sabbath en el Palacio de los Deportes 
(Ciudad de México)
Noviembre 8, 1992.


Hoy se cumplen veintiún años de que Black Sabbath se presentó en el Palacio de los Deportes, de la Ciudad de México.

Con el antecedente de la cancelación del concierto que se celebraría en San Luis Potosí (originalmente sería en León, Guanajuato), el 28 de octubre de 1989. Finalmente Black Sabbath tocaría en México en esta ocasión. El anuncio se hizo de manera oficial, durante el segundo concierto que Iron Maiden presentó en el Palacio de los Deportes (el 2 de octubre de 1992). Antes de que estos comenzaran su actuación, en el sonido local lo anunciaban repetidamente. Y recuerdo con mucho gusto que mis amigos se aguantaron las ganas de decirme y prefirieron dejar que yo lo escuchara.

La gira era la del disco “Dehumanizer” y se encontraba llegando a su final, lo cual hizo de este un concierto muy afortunado (para nosotros) e inusual. Inusual porque las bandas de rock, ya comenzaban a presentarse en América Latina y comúnmente lo hacían organizando esas presentaciones en un mismo grupo de fechas. Y en esta ocasión precisamente su paso por Brasil y Argentina, lo habían realizado a principios de año como inicio de la gira. Pero nuestro turno se concretó a su paso por el sur de los Estados Unidos, casi al final de la misma.

En esa ocasión el 8 de noviembre de 1992 cayó en domingo y ese día, con mi hermano y tres amigos más, nos apostamos a las afueras del hotel en el que supuéstamente se hospedaría la banda. Y teníamos la idea firme de conocerlos.

Ya muy tarde y en aparente estado de derrota, decidimos regresar a casa, pues teníamos que recoger los boletos para el esperado concierto, el cual estaba a unas cuantas horas de llevarse a cabo. Y cuando nos encaminábamos hacia la salida, quedamos paralizados al ver a Ronnie James Dio entrar al hotel. Como dije, quedamos paralizados y Ronnie James Dio, el mismo ídolo que hasta entonces veíamos en revistas mal impresas y en videos de mala calidad, se acerco a mi hermano y le quitó todos los discos que traía en sus manos y los empezó a autografiar. Mientras lo hacía nos decía: “Take it easy”.

En eso yo me dirigí hacia Tony Iommi, quien se estaba registrando personalmente en el hotel y mientras lo hacía saludé a Vinny Appice; quien me preguntaba por qué estabamos tan nerviosos. Cuando le dije que era por la emoción de conocerlos comenzó a reir. En ese momento Tony Iommi volteó y me saludó, y mientras firmaba mis discos me preguntó lo mismo, que por qué estaba tan nervioso? Le contesté lo mismo y mientras él sonreía, Appice se carcajeaba, dejándose caer en un sillón.

Mientras nos tomábamos fotos con todos ellos, en un absoluto lapsus pendejus de mi parte, insistía en llamar “Glenn” a Geoff Nicholls, quien negaba con la cabeza y me veía raro (por supuesto que mi confusión era por Glenn Hughes.) Y en ese momento recordé que alguien me faltaba y era Geezer Butler, a quien perseguí hasta el elevador. Lo alcancé y al pedir un autógrafo, me dijo que bajaría en cinco minutos y nunca lo hizo.

El abridor del concierto fue Luzbel, banda que también se encontraban en momento de reunión y el concierto de esa noche fue uno de los de menor concurrencia en ese recinto (junto con los de Deep Purple, Ozzy Osbourne y Duran Duran). Y como suele decirse, una ves que las tinieblas se apoderaron del lugar, el poder hipnotizante de Black Sabbath nos llevó de viaje al más allá, exactamente entre el Cielo y el Infierno. Cerrando los ojos parecía que escuchábamos el disco “Live Evil”, pero con la diferencia de que ahora estábamos viviéndolo en carne propia. De verdad que este era un sueño lejanamente acariciado por el sector melómano pesado.

En un escenario común y corriente, con una lona de fondo ilustrada con Henry (el demonio alado que Geezer Butler ofreció como logotipo de la banda), fue suficiente para recibir una homilía de oscuras ambientaciones y sonidos extremadamente pesados a un volumen de verdad abrumador. 

Para la mayoría de los asistentes, la experiencia en este tipo de eventos era poca aún. Sin embargo el tiempo ha confirmado que lo vivido en ese concierto, fue algo que pocas veces se ha vuelto a presentar en el tiempo que desde entonces ha pasado.

Una banda madura en edad y facultades musicales, fue la que esa noche interpretó una adecuada (pero nunca suficiente), selección de temas de su basta carrera musical.

A veintiún años de distancia,  el Diablo Despierto recuerda y comparte con gusto el primero de los aquelarres que el destino le agenció con Black Sabbath, y de los que espera poder seguir disfrutando.


Esto fue lo que escuchamos esa noche:


E5150 (Intro)
The Mob Rules
Computer God
Children of the Sea
Time Machine
War pigs
I
Die Young
Guitar Solo
Black Sabbath
Bass solo
Master of Insanity
After All (The Dead)
Drum Solo
Iron Man
Heaven And Hell

Encore:

Neon Knights
Paranoid

Fluff (música de fondo)



Las fotografías que ilustran esto, fueron tomadas por el Diablo Despierto, salvo donde si indica lo contrario.






 (Fotografía: Rafael Rosas)

 (Fotografía: Javier Hernández Chelico)