viernes, 25 de abril de 2008

Celtic Frost se vende, usado pero en buen estado.


Acaso ha sido Celtic Frost:

a) Una banda trepadora, que se ha sabido vender en su momento al mejor postor?
b) Una banda innovadora, que en su momento ha sabido desconocer barreras y prejuicios, en aras de una creación musical incomprendida y por lo tanto desconcertante a veces y, por fortuna las más de las veces sorprendente?

A mi izquierda escucho una vocecilla, diciéndome que me quede con el inciso b.

Efectivamente, la banda de Tom Gabriel Fisher (Warrior para los cuates), y Martin Ain ha sido una de las más innovadoras en el rock pesado, si no es que para el rock en general. Y si no es así, como demonios nos podemos explicar que siendo una de las tres bandas primigenias del (como ya he dicho, manoseadísimo), black metal, al lado de Venom y Bathory; en algún momento se atrevieron a declarar que entre sus influencias se encuentran Roxy Music, David Bowie y Depeche Mode y hasta se aventaron el tiro de realizar covers a temas de alguno de estos ídolos.

Sí, muchos nos cagamos cuando escuchamos el “Morbid Tales” y más cuando vimos sus fotos en la contraportada del disco. En lo personal desde Black Sabbath no había escuchado algo tan denso y pesado, como el rock de esta banda suiza. Y años después, nos volvimos a cagar cuando escuchamos “Cherry Orchids", y lo volvimos a hacer, pero crónico, cuando vimos el video en Mtv!. Tom Warrior peinado a crepé y portando una playera de L.A. Guns! Diablos y re contra diablos!

Para entonces ya habían pasado por una metamorfosis musical, que había planteado los orígenes de la fusíón del rock pesado con la música oscura. Pecado entonces para los metaleros, famosos por intransigentes; pero innovación y arrojo, unos años después para muchas banditas con pretensiones de emprendedoras. Y es que, carajo, pero con el tiempo hasta la mencionada “Cherry Orchids”, al menos a mí me gustó.

Tras esa crisis se divorciaron y hace un par de años, tomaron de nuevo al mundo por sorpresa y nos regalaron “Monotheist". Con este disco entregaron una obra maestra en diabólico absoluto. Y es que quizás muchas bandas, en la actualidad hablan de lo mismo. Pero por alguna razón, ellos parecen absolutamente serios.

Me parece que Tom Gabriel Fisher (al parecer su nombre de pila), es un cabrón que ha sabido sacar provecho de sus inquietudes y absoluto amor al arte. Y creo que tiene todo el derecho, mientras él aparente comunión con lo que hace y el cliente quede satisfecho con el producto. Y créanme que las ediciones en l.p., tanto del “Monotheist”, como del triple de “Demon Entrails” de Hellhammer, no tienen madre. Porque al padre sí lo conocemos:
Hail Satan!

La Mosca en la Pared (Segunda y última parte)


Totalmente de acuerdo con Rik. Y que quede claro, que no estoy cegado por La Mosca. Porque efectivamente los pecados que comenta, son los característicos de la revista. Sin embargo, me parece que esos defectos eran su cualidad también. Como tal, La Mosca en la Pared tiene una personalidad y de tal forma sus cualidades, defectos y virtudes son por todos conocidos.

Para nadie es secreto su odio, o mejor digamos acentuada crítica por los Caifanes o Jaguares en su defecto, La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio (aunque José Manuel Aguilera se esmeró por defenderlos, al menos por su época con Tiki), Zoé, Maná y otros. Y de la misma manera es público su afecto desmedido por La Barranca, Monocordio, Santa Sabina y la H.H.H. Botellita de Jerez por ejemplo.

Y ya no profundicemos en el pedo de las finanzas, porque quien me diga que no es necesario venderse (por muy independiente que se diga la revista o programa de radio por Internet, etc…), ese será un argumento que no vale la pena ni discutir. Hasta los fanzines terminan anunciando lo que no les gusta.

En fín, de verdad espero que la revista vuelva a adornar los puestos de periódicos próximamente.

sábado, 19 de abril de 2008

A petición del público: Una corta acerca de La Mosca en la Pared.


Muchas preguntas me han hecho, acerca del destino de La Mosca en la Pared. Y en verdad es un gusto que dicha revista genere tal expectativa. Pero antes una breve historia:

Hace muchos años yo era un lector más de La Mosca, cuando montado en cólera mandé un correo reclamando el menosprecio, con el cual se referían al heavy metal. Como en muchos lugares, hacían referencia a nuestro bienamado género, como el que acogía exclusivamente a banditas como Limp Bizquit, Korn ( que qué cabrón suenan en vivo!), y Guns n´ Roses. Dicha misiva se publicó en la revista y un chingo de gente comenzó a escribirme en solidaridad. Y supongo que lo mismo pasó en la redacción de la revista, porque como resultado me invitaron a colaborar, precisamente escribiendo una columna de heavy metal.

Así pasaron varios años y eventualmente el director, Hugo García Michel, me invitó también a colaborar, escribiendo los números especiales de Black Sabbath, Iron Maiden, Deep Purple, AC/DC y los Kiss.

Pero como les he dicho, no vivo de esto y en mi trabajo (por fortuna o desgracia), salgo mucho de viaje, lo cual comenzó a interponerse con la puntualidad de mis escritos y estos llegaron a ser eventuales.

Bueno, la cosa es que colaborar en la revista ha sido uno de los puntos altos en mi vida. Y les puedo decir, que de acuerdo a fuentes muy fidedignas, La Mosca era la revista más vendida y leída en el país, aún sobre Rolling Stone.

La explicación que me dio Hugo es que, sin embargo no vendía lo suficiente en publicidad y entonces dejó de convenirle a su editora, lo cual es una pena, pues La Mosca en la Pared es la sal en la llaga del rock and roll editorial en México, le pese a quien le pese.

A pesar de ser la publicación incómoda para los promotores de conciertos, para los manejadores y sus respectivas banditas de rockcito hecho en México y en general para buena parte de la industria rockera en México. La Mosca también se convirtió en parteaguas y referencia para la prensa musical escrita, objetiva y punzante. Cuántas bandas morían por aparecer en su portada?

De tal forma, es un honor ser su colaborador. O al menos lo era en el momento de su desaparición.

Ante tal situación, Hugo mantiene la confianza de que pronto encontrará una nueva editorial, que tenga el arrojo para continuar publicándola y poder así seguir siendo ese molesto granito en el culo del rock y el rockcito hecho en México.

Larga vida a La Mosca en la Pared!

jueves, 17 de abril de 2008

Chas gracias, chas gracias.

Gracias a todos. De verdad les agradezco sus comentarios y en especial me da gusto que hayan invertido algo de su tiempo, en leer lo que por aquí se dice. Y si les gustó, no les gustó o al menos de algo les sirvió, pues más gusto me da.

Reciban un abrazo: Juan Heladio (mi amigo de la infancia), Estrellitas Mañanitas, Rik (ardito), Nestoto, Usuaria Anónima, Wndgo, Dr. Wagner, El Pinche Mai, Martín, ArcGabriel, El Chico Migraña (auténtico Iron Man), Dafnis, Valhallawarrior, Lalowolfen, Yaya Maiden, Francisco (recuerdas esas horas-nalga, aplastados afuera de la Arena Adolfo López Mateos? Cuantas historias), Phantom Lord, RBK, Christine Sixteen y al cabrón del Abogadete. Y por supuesto también agradezco a todos los que, aunque no han dejado comentarios, se han dado el tiempo de visitar este terreno del mal.

Y solo por comentar, les digo que me encuentro muy sacado de onda porque de nueva cuenta (y se me hace que definitiva), una de las bandas primigenias del tan manoseado black metal, Celtic Frost, volvió a valer madres. Es una pena que las diferencias emocionales entre sus integrantes, los hayan llevado a tal resolución. Y apenas hace unas semanas, se acababa de editar una joya discográfica, en la que publicaron de manera decente, los demos que grabaron cuando la seminal banda suiza se encarnaba como Hellhammer. En fín, descanse en paz Celtic Frost.

Y por otro lado, ya estoy que no me la acabo porque, solo es cuestión de tiempo para que anuncien a los cuatro vientos, la supergira que llevará a compartir el mismo escenario a Heaven And Hell, Judas Priest, Mötorhëad y Testament. Si hasta parece sueño, a poco no? La verdad es que veo cabrón que vengan a México, pero a ver si hay chance de ir a verlos por donde anden. Amén.

Pronto habrá una nueva entrega, de qué? Quien sabe. Les puedo decir que traigo la pila bien cargada con los nuevos discos de Supergrass, Bauhaus y Muse. Pero ya veremos para donde nos lleva el viento: “Anyway the wind blows”.

domingo, 13 de abril de 2008

The Mars Volta y Smashing Pumpkins en concierto.


El sábado pasado se llevó a cabo la primera edición del Coca Cola Zero Fest y por desgracia no lo pude disfrutar como tal. Cuando llegue, My Morning Jacket terminaba su actuación y no me quedo más que acercarme, con más morbo que interés, hacia el fenómeno llamado My Chemical Romance. Sobre el escenario encontré a un grupo de chavos bonitos, muy jóvenes, jugando al músico consumado. Tocan bien y por la respuesta de su multitudinaria audiencia, puedo entender su actitud. Pero esto para un treintañero (que pasó por esas a mediados de los ochentas), tiene muy poco que ofrecer y fue entonces que preferí moverme en busca de un baño.

Esa noche mi asistencia, respondía a dos motivos únicos, ver a The Mars Volta y a los Smashing Pumpkins, hasta entonces en ese estricto orden. Y por tal motivo preferí aproximarme al escenario en el que los texanos, habrían de sacarme de dudas, de una buena ves. Esta fue la cuarta ocasión en que The Mars Volta se presenta en nuestro país y por diversas razones, sería mi primera oportunidad para verificar, si la banda es tan cabrona en vivo, como para respaldar la impresión que sus discos me han causado. Hace muchos años, cuando tocaron por primera vez en el Circo Volador, solamente había escuchado de ellos lo que transmitían, en una de las dos o tres estaciones de radio con posibilidades de hacerlo en nuestra ciudad. Sin embargo mi aversión a dicha estación y sus conocidos dotes aduladores, actuaron sobre mí como es la costumbre. Es decir, The Mars Volta me cagaba y se me hacían unos pretenciosos de primer nivel. Sin embargo unos días después, un amigo con criterios musicales que considero de absoluta confianza, me invitó a reconsiderar, pues la experiencia para él había sido reveladora.

La cosa es que luego de dos intentos fallidos por presenciar al combo, esta noche en lugar de regresar del baño hacia los románticos químicos, preferí adentrarme en busca de un buen lugar para salir de dudas. Para entonces el clima se reía de nosotros y las primaverales playeras y pantalones cortos, se vulneraban ante la inclemente llovizna y un frío que ya se antojaba de la chingada.

Ennio Morricone nos presentó a la banda y como cubetazo de agua fría el suyo fue un auténtico asalto sonoro. Ocho músicos sobre el escenario parecerían un exceso. Pero escuchando lo que el estupendo equipo de audio emitía, los hacía parecer aún insuficientes. Desde entonces, la audiencia explotó en emociones y en general brincaban, gritaban y se movían como niño haciendo berrinche. La primer eh… no quiero decir canción porque de hecho nunca se dividió en canciones su presentación. Mejor digamos que esta primera parte duró cerca de veinte minutos. Y mientras Omar Rodríguez-López se enfrascaba en un solo de guitarra, tan espectacular como interminable, el público se aplacaba, permitiendo así apreciar a la impresionante banda. Sin embargo, durante estos largos trances de aparente receso para Cedric Bixler-Zavala, el cantante o mejor dicho: vociferante; sus movimientos parece que eran el centro de atención para la presentes. Cada uno de sus saltos imposibles parecía ser la estrella de la noche. Y en ese momento me pregunté, porqué chingados hay en este momento, según mi cálculo, cerca de veinte mil (o más), personas vitoreando a The Mars Volta? Y porqué esta misma multitud no tiene ni idea de la existencia de bandas de rock progresivo como King Crimson, Il Balleto di Bronzo y Goblin? O porqué no conocen y se extasían de la misma manera con el disco en vivo que grabó Santana con Buddy Miles?. O porqué tampoco rinden pleitesía a los soundtracks del mencionado Morricone o Lalo Schifrin? Pues todos estos son ingredientes, declarados o especulados (por obvios), en la dieta que ha nutrido a The Mars Volta.

De los ocho músicos, por su apariencia cinco no lo parecen. Sin embargo se encuentran en trance y parece que en cualquier momento azotarán sus instrumentos en el piso. Están poseídos. El baterista es un caso aparte, pues me imagino que si los zombies haitianos de verdad existen, él es uno de ellos o su líder. La batería en momentos pareciera su peor enemigo y juras que en cualquier momento terminará por destruirla, víctima del más rítmico de los sacrificios.

Su set pronosticado a setenta y cinco minutos, ha sobrepasado esa limitante y parece que a nadie, y digo a nadie, le importa. Pues lo que ocurre en el escenario parece que será historia. Cedric se ha vuelto loco, y está enfurecido arrojando los platillos (con todo y atriles), hacia el público. El que parece un acto irresponsable (que sí lo fue y mucho), le ha dado al concierto ese toque de peligrosidad, del que nos habían dicho que el rock and roll también estaba hecho. Encarrerado toma un extinguidor y lo vacía entre el público y la gente del staff. Y ya vacío amenaza con arrojarlo a la gente, acto que fue ovacionado y pedido al mismo tiempo. Pero por fortuna el proyectil, fue interceptado en el aire por un guardia de seguridad.

El evento está al máximo y ya es proyectado por las pantallas de este y también del escenario, en el que los Smashing Pumpkins debían haber comenzado su actuación, hacía ya varios minutos. Pero me imagino incluso a Billy Corgan y compañía, observando a los Volta por los monitores. La banda es un generador de emociones gigante y parece desbocado. Nada los podía parar y Cedric continuaba despojando al escenario de sus componentes. Por los aires también surcó una pesada lámpara que estaba detrás del baterista y entre la gente se pelean por un pedazo, de tan mortales recuerditos. En tanto, Cedric ya esta montado en la cámara de video, y se desplaza de lado a lado del escenario. A lo lejos las calabazas no pueden esperar más y empiezan su actuación. Y con esto algunos de los asistentes emprenden su exilio hacia el escenario mayor.

Tras unos cuantos minutos mas, de destrucción emocional, envuelta en grandilocuencia sonora; The Mars Volta termina su actuación, con la batería derrumbada a manos de Cedric. Y es cuando con los puños bien cerrados, me encamino hacia el otro escenario, porque parece que los Pumpkins ya llevan un par de canciones interpretadas. En la caminata pienso que las calabazas lo tienen muy difícil, pues The Mars Volta se han pasado de la raya.

La multitud en el escenario principal es mayor y me parece que hay cuarenta o cincuenta mil personas. El sonido es monumental y los Smashing Pumpkins (o bueno, Corgan y Jimmy Chamberlin y compañía), son los reyes de la noche. Sin embargo se percibe algo en el ambiente. Y es que las versiones que la banda esta interpretando, difieren de las conocidas y aparte suenan más pesadas. Cuando grabaron el disco “Machina/The Machines of God” en 2000, declararon que sus influencias habían sido Black Sabbath, Rainbow, Judas Priest y Thin Lizzy. Después de eso la prensa perdió el interés en la banda y su música difusión. Llego la separación y Corgan se dio el lujo de trabajar con Tony Iommi (por si alguien creía que el sonidote de las calabazas era de a gratis). La cosa es que en el Zero Fest, los Smashing sonaron avasalladores y eso como que tomó por sorpresa a mucha gente. Temas como “Ava Adore” y “1979” (en acústico, con Corgan en solitario), sufrieron tratamientos renovadores, pero desconcertantes para algún sector.

Hacia el final interpretaron “United States”, una mastodónica obra de rock pesado, que en su parte media pareciera incluso rendir homenaje al “Bela Lugosi´s Dead” de Bauhaus. Tras este pasaje retornan enfurecidos y pletóricos con las guitarras, para encaminarse hacia el final del concierto. Y minutos después, con un masoquista feedback como fondo (en el más puro estilo de Lemmy de Mötorhëad), Corgan recorre el escenario arrojando plumillas y despidiéndose (aparentemente sin muchas ganas de hacerlo).

Lo que presenciamos esa noche, difícilmente se repetirá. Y no sé porque pienso que desafortunadamente, gran parte de los asistentes no comparte mis apreciaciones. Y de igual forma, creo que la gente que pudiera hacerlo, se priva de vivir estas experiencias, en nombre de los estoperoles heavy metaleros o un cómodo asiento para disfrutar, de un recital de rock progresivo de altos vuelos. Ambos elementos, grandes ausentes de la velada.

El terreno devastado por el embate del monstruo de las miles de cabezas, es ahora territorio de pepenadores. Y es que muchos queríamos una de las plumillas de Billy Corgan. Esquivándonos, camina apresurado un cuate que sobre su hombro parece llevar un tanque de gas. Pero no, no era un tanque de gas. Era la lámpara que originalmente, había adornado la escenografía de The Mars Volta, a muchos metros de distancia.

jueves, 10 de abril de 2008

Ozzy Osbourne (Tercera y carpetazo)

Se que muchos van a decir: “Ay, si a ese guey, ya ni le gusta” y no sé que más. Pero les tengo que platicar, lo que sucedió el martes de Ozzy en el Foro Sol.

Pero antes les platico, que como respuesta a alguno de los comentarios, decía que aunque me haga guey, sigo siendo fan de Ozzy. Es más, por lo mismo creo que me volví tan criticón con él. Y es que entiendan, con Ozzy me ha tocado estar emocionado toda una vida y decepcionarme de un tiempo para acá. Es por eso que me siento con tantos derechos. Y además, aunque sea una maceta o algo así, pero algo de sus mansiones he pagado yo. O sea que derecho tengo.

Finalmente el Foro Sol no se llenó, quizás estuvo a la mitad. Y contrario a las costumbres, el concierto empezó casi veinte minutos antes de lo anunciado. Black Label Society, se me hace una banda justo para eso, para ser abridora, pues aunque Zakk Wylde es un gran guitarrista, me parece que luego de algunos minutos no tienen más que ofrecer. Sé que tienen muchos seguidores pero esa es mi opinión. Además su actitud de tipos malos sureños, es tan risible como la de los tipos malos raperos de Korn. A poco no? Sonaron muy bien y la gente los recibió de lujo.

En cuanto a Korn, pues ya son clientes del Foro Sol. De hecho son la única banda de rock, que se ha presentado en este lugar durante sus cuatro visitas a nuestro país. Inclusive les podría decir que no me gustan y no tengo ninguno de sus discos. Pero lo cierto es que en vivo suenan bien cabrón. Tienen un sonidote que ya lo quisieran muchas bandas de metal, para un domingo en el Alicia. También se me hace sobresaliente, que tras muchos años de carrera, siguen disfrutando bastante sobre el escenario, algo que logran contagiar en la audiencia, la cual de momento hasta parecía mayoritaria sobre la del estelar de la noche. Al término de su presentación, mientras Jonathan Davies se despedía acompañado por su guarura; el corista y percusionista de la banda, yacía a tres metros del escenario, luego de que en pleno prendidón, cayó de espalda al intentar treparse por las escaleras de las luces.

El momento estelar llegó y como de costumbre, empezó la proyección de algunos videos chuscos, en los que Ozzy hace las veces de Zelig del metal. Esta fue la introducción, previa a la aparición del Príncipe de las Tinieblas quien interpretó una canción del “Black Rain”, la cual obviamente yo no conocía. Y quien me diga que estuvo chida miente, de hecho se percibía como la tocaban a muy bajas revoluciones. Siguieron con “Mr. Crowley” y la velocidad de la interpretación seguía sin ser la adecuada. Para entonces Ozzy se despojó de una bandita que traía en la cabeza y que lo asemejaba con Rigo Tovar. Tras unos minutos, Ozzy se puso a tono con la banda y las canciones ya no sonaron tan raras, aunque fue evidente durante toda su presentación, como sus músicos rescatan las canciones. Y es que Ozzy se retrasa, se adelanta o las olvida.

Como siempre se quedó parado, esperando o escuchando a su audiencia clamar su nombre. Con dificultad se desabrochó el pantalón, para mostrar el trasero y también sacó sus cubetas vengadoras. Sí, si me empapó y me moría de la felicidad.

Cuando tocaron “Suicide Solution”, castigó a Zakk de igual forma que como lo hacía con Jake E. Lee y se la pasó vitoreando a la multitud. Ese es Ozzy y nadie lo va a negar. En la trinchera, el personal de seguridad sudaba la gota gorda, desalojando a desmayadas, slammeros voladores y apachurrados. Pero de regreso al escenario se disfrutaba el desempeño de Zakk y Mike Bordin en la batería, quizás la mejor (por duradera), pareja de guitarrista-baterista que Ozzy ha tenido. El tecladista Adam Wakeman cumplidor y Blasko, el bajista, sin novedades al frente. Este último, quizás esté ahí solo por ser recomendado de Rob Zombie y porque viste y escupe a la usanza de Zakk.

También interpretaron “Crazy Train”, “I Don´t Know”, “Bark at the Moon”, “Road to Nowhere”, “Mama I´m Coming Home”, “I Don´t Want to Change the World”, dos más del “Black Rain” y de Black Sabbath se refinaron “War Pigs”, “Iron Man” y “Paranoid” en versiones de juguete, para niños.

Durante sus discursos al respetable, preguntó si queríamos tener el Ozzfest en México. Y como era de esperarse, la respuesta fue un rugido. Pero ojala que para entonces, todos esos gritones paguen de verdad un boleto y no hagan que los promotores dejen de confiar en este tipo de eventos, como bien podría ser el caso de esta noche.

Y fue así como Ozzy atendió a sus seguidores mexicanos y creo que debemos de considerar, que cuando se asiste a una de sus presentaciones esto es lo que obtendremos. Un espectáculo de rock, bizarro en ocasiones, lleno de recursos, que aunque parezcan gastados, él los creó. Y por otro lado, sabemos que desde hace algún tiempo, cualquier presentación de Ozzy puede ser la última. Y me parece que por muchos argumentos que tengamos, perdérnoslo es un gusto que no nos podemos dar.

Y para dar el carpetazo final, daré un salto cuántico, hacia ese mismo día pero para atrás:

Ese martes estaba formado para entrar a conocida y añorada sección que ahora ponen en los conciertos hasta delante, cuando alguien llegó corriendo y al azar seleccionó a varios de la fila. Y que me toca. Nuestro guía se echó a correr y dijo: “síganme, van a conocer a Ozzy”. Llámenlo destino, suerte, karma… en fin, como gusten pero me tocó. Estando a las afueras de los camerinos, de manera muy amable nos leyeron la cartilla: “Por favor no saquen cámaras, teléfonos, ni nada. Y solo tengan a la mano un artículo para que se los firme” Esta última instrucción se me hizo medio absurda, pues nadie iba preparado como para visitar a Ozzy Osbourne en su camerino. O bueno, al menos yo no.

En eso empezó a tocar Zakk Wylde y su banda de guarros, cuando frente a nosotros llegó una caravana de camionetas y limusinas escoltadas por moto-patrullas. Supongo que ahí venía nuestro anfitrión, porque la verdad es que yo no lo ví bajar de ninguna de las unidades. Y como que no se me hace que para transportar a los chalanes, les pongan limos y patrullas. Bueno, la cosa es que de pronto nos pasaron y entramos a una estancia, en la que estaban algunos de los músicos de Korn pachangueando. Sin embargo nadie los peló. En ese momento, me preguntaba cual sería mi reacción cuando estuviera ante él. Aunque desde hace algunos minutos ya me sentía como flotando. De repente, una puerta que tenía un letrero que decía: “Ozzy dressingroom” se abrió y de ella salió una silueta oscura, igualita a la de la portada del “Black Rain”. Y antes de que pudiéramos identificarla, se atravesó Mike Bordin y algo le comentó. Lo distrajo carajo, y ya lo queríamos ver. Pero un par de segundos después, se encaminó hacia nosotros y se me hizo un nudo en la garganta.

Uno a uno comenzó a recibirnos con un abrazo, y a las chicas con un beso. Y tras saludarte, de inmediato posaba para la foto e irónicamente todos ponían cuernitos con las manos, como los de Dio. Y mientras avanzaban, la fila se terminaba y mi turno se acercaba.

Estuve pensando qué decirle y la neta es que ni tiempo te daba de nada. Mis opciones eran: “te dejó saludos Bruce Dickinson y dice que más suerte para la próxima”, otra era: “Iommi no es Dios… es el Diablo” y la última: “muchas gracias por darle tanta emoción a mi vida”. Pero cuando lo tuve de frente y me encaminé hacia él, levantó la mano como policía de tránsito y me preguntó: “Tu eres el Diablo ese, Despierto?”. No alcancé a contestar nada y el flash de la cámara nubló mi vista.


domingo, 6 de abril de 2008

Ozzy Osbourne (Segunda parte)

Sharon Osbourne tuvo la mejor escuela para aprender las mañas, que todo aspirante a manejador debe aprender e hizo de estas su mayor cualidad. Su padre Don Arden, fue uno de los máximos gángsters del rock y en su momento se trajo a cintura a Black Sabbath, Gene Vincent, Electric Light Orchestra y los Small Faces.

Una anécdota relevante, se dio cuando Ian Gillan hizo sus famosos comentarios, acerca de la portada del disco que grabó con Sabbath: “Born Again”, pues dijo: “cuando vi la portada del disco vomité. Y cuando lo escuché volví a vomitar”. Entonces Arden lo amenazó y a gritos le recomendó que se abstuviera de hacer sus comentarios y se limitara a cantar. En fin, la cosa es que Sharon tuvo al mejor maestro, pues se desempeñó como asistente de su padre desde principios de la década de los setenta, trabajando también para Black Sabbath. Irónicamente, cuando Ozzy había sido corrido de Sabbath, ella seguía trabajando al lado de Tony Iommi y cuando este entró en contacto con Ronnie James Dio, ella fungió como celestina, arreglando juntas y entrevistas entre ellos. Pero una ves que se dedicó exclusivamente a su reciente fichaje, sacó las uñas y demostró su capacidad.



Una de sus tácticas primigenias ha sido la de observar al enemigo y seguirle los pasos muy de cerca. En 1982 sus ahora enemigos mortales, Black Sabbath anunciaron el lanzamiento de “Live Evil”, un disco en vivo con Dio en las vocales. Entonces para no quedarse atrás, Ozzy lanzó al vapor “Speak of the Devil”, un disco también en vivo, en el que incluyó exclusivamente material de su época con Sabbath. Durante esa gira, que era la de su disco “Diary of a Madman”, a medio espectáculo salía un enano vestido de monje para servirle agua, al que después colgaba del cuello con una soga. Bueno pues ese enano, cariñosamente se llamaba Ronnie. Y la cosa es que detrás de todo esto, por supuesto está la mente maestra de su esposa Sharon.



En 1987, cuando Sabbath se encontraba grabando “The Eternal Idol”, Iommi recibió un paquete anónimo que contenía caca y una nota. En ella decía: “Esto es lo único que verás, antes de tener otro éxito”. Años después, ya durante la reunión de Black Sabbath, Sharon se adjudicó el detallazo.

Como manejadora, la señora también se ha encargado de hacer pasar malos momentos a Lita Ford (ese bizcocho metalero, a la que aparentemente mandó a chiflar a la loma, luego de que la sintió muy cerca de Ozzy, con quien grabó la canción “Close My Eyes Forever” en 1988), a los Smashing Pumpkins (quienes sí la mandaron a la fregada a tiempo), y a Coal Chamber (bandita estadounidense intrascendente para chavitos, suerte de RDB hardcore).

En 1996, ofreció a su marido como acto principal para el circote alternativo, mágico y musical Lollapalooza, y que le rechazan su proyecto. Entonces se le ocurrió crear su propio festival, con el mero afán de demostrar que la música maciza podía aun llevar a miles de personas a las taquillas y es así como nació el Ozzfest. En ese año constó de un par de fechas, en Arizona y California, en las que se presentó Danzig, Slayer y Sepultura entre otros, por supuesto con Ozzy como cabeza de cartel. Para los años consecutivos el Ozzfest ha sido la gira de verano con mayor recaudación, al menos en su estilo de festival. Y por ella han desfilado bandas como Korn, Voivod, Dimmu Borgir, Slipknot, Megadeth, System of a Down, Rob Zombie, Marylin Manson, Primus y leyendas como Judas Priest y Iron Maiden entre otros. Precisamente con estos últimos, Sharon se dio el lujo de protagonizar uno de sus actos más desgraciados, al sabotear la última fecha en la que Maiden se presentó como parte del Ozzfest. Esa noche del 20 de agosto en San Bernardino, California, Sharon armó a un batallón de fanáticos con huevos, botellas y demás basura que lanzaron a la banda en cuanto comenzaron su actuación. De igual forma les cortaron la energía del audio, durante repetidas ocasiones del concierto. Y al término de su actuación, Sharon tomó el micrófono con la intención de explicar su proceder, ante lo que fue abucheada por los cuarenta mil asistentes de esa noche.
Este evento fue muy comentado por la prensa alrededor del mundo. Y aunque hizo lo que pudo por justificarse y buscar aliados, lo único que logró fue confirmarse como una verdadera ampona del rock.

Si bien es cierto, que todos estos escándalos (aunados al éxito de su infame serie de televisión “The Osbournes”), llevaron a la pareja a consolidarse como una marca registrada bastante rentable, lo cierto es que también la credibilidad de Ozzy como entidad musical, se encuentra a la baja desde hace ya mucho tiempo.

Como hemos mencionado, los dos primeros discos de Ozzy, “Blizzard of Ozz” y “Diary of a Madman”, son un par de joyas obligatorias para cualquier colección metalera. Y creo que deberían de serlo para el rock en general, pero los cuadrados se lo pierden. En ellos hay heavy metal de estupenda manufactura, resultado supuestamente de la mano de Ozzy y Randy Rhoads principalmente y la colaboración eventual el bajista Bob Daisley y el baterista Lee Kerslake. Sin embargo en 1986 estos dos últimos, demandaron a Ozzy por el crédito real y el pago de sus regalías correspondientes y retroactivas. Tras el pleito les otorgaron solamente el crédito y hasta la fecha continua la pugna por la lana. En 2002 estos discos fueron reeditados, con las pistas de bajo y batería sustituidas por unas nuevas, en las que tocaron Robert Trujillo y Mike Bordin.

Por otro lado, en 1993 la edición de “The Randy Rhoads Years”, una recopilación de la época de Randy en Quiet Riot, permitió que se conociera más el material tempranero de la banda californiana, en el que se evidenció la existencia de muchos de los riffs, con los que se crearon varias de las canciones, de esos discos de Ozzy que ya se encontraban envueltos en la polémica.

Sobre el escenario Ozzy siempre ha sido el mismo. Un entretenedor inigualable, que echando mano de sus muy personales y conocidos recursos, se ha mantenido incólume ante el paso del tiempo. Pero también ha sido claro como el sonido de su banda se ha transformado, de acuerdo a los músicos que la han conformado. Y vamos, todos sabemos que desde niño sufre de dislexia (la cual heredó a sus nefastos hijos), así como también él mismo se ha encargado de presumir su incapacidad, para siquiera cambiar los canales de la televisión, usar sus tarjetas de crédito y el teléfono celular. Por lo tanto, con que cara nos quiere ahora convencer y a estas alturas del partido, de que él también ha participado en la composición del material que ha cantado, desde Black Sabbath hasta la fecha.

Ante ustedes hermanos confieso, que durante muchos años fui seguidor y coleccionista acérrimo del buen Ozzy. Cuando vino a México por primera ocasión en 1995, fui a verlo a Monterrey y por supuesto también a México D.F. Para tal efecto, pasé la noche afuera del Palacio de los Deportes, buscando comprar mi boleto en la primera fila. Yo era el primero y cuando pasé a la taquilla, la señorita que me atendió cometió una pendejada y me despachó a la quinta fila, mientras las demás personas brincaban de alegría con los boletos que me correspondían. Por primera ves sentí ganas de matar a alguien, pero para fortuna de la taquillera más adelante pude conseguir mi boleto en la codiciada trinchera. En esa ocasión participé en todos los concurso que me enteré y gané un total de diecisiete boletos, con los que invité a amigos y familiares al concierto. También gané el acceso para conocerlo después del concierto y cuando le dije todo lo que había hecho, me dijo que seguramente yo estaba loco. Y sí, exacto; así es como solía poner a la gente que lo admirábamos. Después de eso comenzó a suceder lo que comenté líneas atrás y el famoso Príncipe de las Tinieblas comenzó a quedarse empolvado, sentado en su trono de utilería.

Ahora, a unos días de que regrese a presentarse a nuestro país, aún no tengo un boleto para su concierto, y la euforia está casi extinta. Sin embargo Ozzy parece ser ese viejo familiar que se hizo rico, se alejó de la familia y cometió muchas pendejadas. Pero sabemos que el lazo de sangre aún corre por las venas y nos llevará ante él, para volver a disfrutar por tantos buenos recuerdos.

miércoles, 2 de abril de 2008

Ozzy Osbourne (Primera parte)


A ver, dejemos algo claro de una buena vez. Para su servidor la banda de rock más grande de la historia es y será Black Sabbath. No, no leyeron mal, lo que pasa es que los Beatles no entran en la competencia, sería injusto carajo! Los Beatles van más allá de ser una banda de rock.

Bueno, entonces Black Sabbath es la neta y por tanto, lo siento pero serán una referencia constante por estos territorios. Y más ahora que Ozzy Osbourne se aproxima de nuevo a nuestra ciudad.

Ozzy fue el vocalista de Black Sabbath de 1968 a 1979 y ya. Pero resulta que nunca fue un gran cantante y menos si tomamos en cuenta que sus contemporáneos fueron Ian Gillan de Deep Purple y Robert Plant de Led Zeppelin (por mencionar solo a los dos más representativos). Y como todos saben, desde joven fue toda una fichita, cuya inestabilidad lo llevó a ser carnicero, enterrador, probador de claxons para auto y ladrón. Y con el gusanito de la música (bajo el influjo de los Beatles por supuesto), colocó un letrero en la tienda de música de la localidad: “Ozzy Zig need´s a gig” (“Ozzy Zig necesita tocada”). Dicho anuncio fue atendido ni más ni menos que por Tony Iommi (presentémoslo pues por primera y única ocasión: Guitarrista y perpetrador de Black Sabbath), quien para desgracia de Ozzy era el mismo malandrín que lo traía asoleado en la escuela. Desde entonces al lado de Bill Ward, el baterista de la banda, Ozzy se avocó a llevar su vida al máximo, con auténtico sexo, drogas y rock and roll. Esa fue su ocupación durante la década de los setenta.

Se que si lo dejamos así, suena muy frío e injusto para Ozzy. Porque también negar su relevancia sería hasta estúpido. Su carisma sobre el escenario y su inigualable timbre de voz, hicieron de él una referencia absoluta para el rock pesado y para la música en general durante la década de los setenta. Y por supuesto que fue parte esencial del sonido y la imagen de Black Sabbath, con los que cimentó la leyenda del cuarteto de Birmingham, Inglaterra. Pero hacia finales de 1979 lo botaron de la banda (debido a sus problemas con las drogas y el alcohol y su desinterés en la banda), y cuando parecía que su carrera había terminado, llegó a su vida el suceso más relevante desde que Iommi lo recluto como cantante de Sabbath.

Sharon la hija de Don Arden, uno de sus ex -manejadores en Black Sabbath, fue enviada a buscar a Ozzy para ciertos trámites. Y lo que encontró al llegar a su departamento, fue una absoluta piltrafa. En ese momento decidió ser la manejadora del tipo que se encontraba ahí, en el piso ahogado de borracho y juró que volvería a hacer de él una absoluta estrella de rock.

Después de eso, todo fue historia. A partir de 1980 ha realizado una colección musical, digna de toda una leyenda del rock. Se convirtió en ícono heavymetalero, que si bien ya lo era, ahora lo logró conquistando por completo al poderoso mercado norteamericano. Su imagen se convirtió en sinónimo de la locura sobre el escenario y siempre se ha rodeado de músicos excepcionales. Sus dos primeros discos como solista: “Blizzard of Ozz” y “Diary of a Madman”, son obras maestras absolutas, en las que supieron (así en plural, debido a la omnipresencia de Sharon), explotar el genio del malogrado guitarrista Randy Rhoads., quien murió en un accidente aéreo en 1982. Tras este descalabro, por la banda de Ozzy ha desfilado toda una pléyade de guitarristas de primer nivel, entre los que se encuentran Jake E. Lee y Zakk Wylde, siendo este último el que más ha durado a su lado. Con todos ellos ha despachado millones de discos y sus giras continúan vendiendo boletos como bolillos calientes (ejem, bueno… excepto en México). Sin embargo, luego de grabar uno de su disco más exitoso, “No More Tears”, en 1992 anuncia que se retira de los escenarios. Y para las dos fechas finales de la gira presenta a Black Sabbath (hasta la fecha sus enemigos más acérrimos), como invitados especiales. Dichos conciertos marcaron un referente, para la historia de ambas entidades musicales. Ante tal evento, Ronnie James Dio, quien se encontraba finalizando la gira de su reencuentro con Sabbath, los manda al carajo y para esos dos conciertos lo sustituyen con Rob Halford de Judas Priest. Como era de esperarse, al cierre del concierto se reúne para una breve presentación el Black Sabbath original.


Tras dicha alineación de los planetas, como era de esperarse Black Sabbath se reunió formalmente y volvieron por la corona metalera que siempre vieron de lejecitos.

Pero para entonces, alrededor de Ozzy ya habría todo un mecanismo de mercadotecnia impresionante, que comenzaría a pasar por encima de quien fuera necesario, con tal de declararlo soberano Príncipe de las tinieblas. O bueno, al menos eso dicen ellos.

Hasta aquí esta primer entrega del ahora espurio metalero. Y en la siguiente (que haré lo posible porque esté lista antes de su concierto en el Foro Sol), terminaremos de sacarle sus trapitos a la luna.