lunes, 23 de junio de 2008

Ronnie James Dio - Un Arcoiris en la Oscuridad.

El famoso momento del foquito rojo.

Perdón, perdón, yo sé que se han tomado la molestia de revisar este lugar y me he tardado algo en actualizar. Pero creo que sobra decirles que ha sido por falta de tiempo, jamás de ganas. Y mientras esperamos a ver con qué nos sorprende Heaven And Hell y su próximo disco, les comparto esta experiencia de hace como cuatro años, con una de las personas más amables que he conocido en la vida: Ronnie James Dio. Este encuentro se dio gracias a un pase Meet & Greet que me gané en la radio, un día antes del concierto. Los otros dos ganadores (porque regalaron solo tres), fueron mi hermano Paul y mi amigo Ponchito (sí, el especialista en cine de animalitos). Para tal efecto yo fungí como cachirul y contesté las trivias fingiendo otras voces. Sin embargo, mientras esperábamos para entrar al camerino, un par de personas se nos acercó para preguntar qué hacíamos esperando ahí. Y al enterarse, hicieron una llamada telefónica y en cuestión de segundos tenían también un par de pases. Esta situación puso a prueba el poder del Tour Manager de Dio, pues aunque se puso bien punk discutiendo que solo éramos tres invitados, gente de los promotores terminó por convencerlo de que si ellos también tenían pase, también entrarían. Y vale la pena comentarles que esta charla en su momento la entregué para La Mosca en la Pared. Y aunque Hugo García Michel me dijo que sí le interesaba, jamás la publicó.

Comenzamos:

Muchos no lo ven (y muchos se niegan a hacerlo), pero la importancia que Ronnie James Dio tiene a la música contemporánea, especialmente la pesada, es inminente. Y sin duda se equipara con la de sus contemporáneos, entre los que se encuentran Robert Plant, Freddie Mercury, Ian Gillan y demás auténticas vacas sagradas, con las que en la década de los setenta orilló a muchos a tomar un micrófono o una guitarra.

Y si alguien pide pruebas de su calidad como compositor, pues ahí están los tres mejores discos de Rainbow, tres de los más importantes discos de Black Sabbath y un puñado de clásicos del heavy ochentero con su banda Dio. Y de su voz, parece que nadie se atreve a argumentar en su contra.

Afortunadamente Dio no ha sido ajeno a nuestro país y en 1992 se presentó al lado de Black Sabbath, en un histórico concierto en el Palacio de los Deportes. En el año 2000 regresó como invitado de Deep Purple al Auditorio Nacional y el pasado 21 de agosto de 2004 se presentó en el Salón 21, por primera ves con su banda Dio ( y a estas alturas ya regresó con Dio al Circo Volador en 2006 y con Heaven And Hell rompió madres apenas el año pasado en el Auditorio Nacional). Al término de este, se nos brindó la oportunidad de visitarlo en su camerino y esto es lo que sucedió.


Cafecito con Dio.

Con las medidas de seguridad de costumbre, su manager de gira nos pasó al camerino pidiendo que tomáramos asiento y esperáramos, pues Dio no tardaría en salir. Y así fue. Con una amabilidad fuera de este planeta, el pequeño con la voz de trueno se acercó a saludarnos, agradeciendo la espera y que estuviéramos ahí. Inmediatamente, y tras agradecerle por visitarnos de nuevo, le entregué un sobre con fotos tomadas en nuestro país, durante su concierto con Black Sabbath y en la conferencia de prensa con Deep Purple. Al ver las de Sabbath se acercó hacia los focos que rodean el espejo del vestidor y observándolas con detenimiento recordó el momento: “ Me acuerdo muy bien de este concierto, y en especial del lugar en el que tocamos, ya que tiene unas interesantes estructuras metálicas en el techo. Y nunca olvidaré que había un insecto revoloteando a mi alrededor, creo que era una libélula, y cuando abrí la boca para cantar se me metió hasta la garganta. Entonces comencé a toser hasta que logré sacármelo. Y el concierto fue muy bueno, desafortunadamente fue uno de los últimos que realicé con la banda”

Así fue debido a que una semana después serían los conciertos de despedida de Ozzy Osbourne, para los que invitó a Sabbath a tocar como invitados especiales cierto?
“Así es, y bueno yo entiendo que para Tony(Iommi), era una buena oportunidad de hacer dinero, y no lo culpo. Pero yo también soy muy especial y me parecía que no podríamos llegar más lejos. Es una lástima porque en verdad tengo grandes recuerdos de mi etapa con Black Sabbath”.

Al ver la foto con Purple, notablemente conmovido, comenta: “Cuantos recuerdos, esto fue hace cinco años”

Cuatro (lo corrijo), y le pregunto su opinión acerca de la declaraciones que recientemente hizo Ian Gillan, acerca de lo mucho que estima a Tony (Iommi), Geezer (Butler) y a Dio de Black Sabbath.
“No sabía, pero me lo imagino ya que en verdad me llevo muy bien con Ian. Sabes que puedo decir que lo conocí apenas en esa gira que realicé con Purple en el año 2000? Mira, cuando yo estaba con Elf fuimos los abridores para Deep Purple en 1973, y entonces entre Ian y Ritchie (Blackmore), las cosas ya estaban muy mal. No se podían ni ver y entonces Ian llegaba directo para subir al escenario y cuando terminaba el concierto bajaba y se iba. Sin embargo con los demás si fue todo muy diferente. De Roger (Glover), qué te puedo decir? Probablemente Roger sea mi mejor amigo y con el he pasado muchos buenos momentos. Y entonces, por eso es que apenas conozco a Ian, y durante esa gira del 2000 nos la pasamos muy bien”.

Todavía te detienes a escuchar la música que hacen Iommi y Blackmore? “La de Tony sí porque es uno de los mejores músicos de rock y además es un gran tipo. A pesar de todo lo que pasó no tengo ningún problema con él. Y de Ritchie definitivamente no. También él es uno de los más grandes músicos pero simplemente escuchar de él no me es nada placentero. Además la onda medieval en la que anda no me convence, yo sé que en cualquier momento volverá a tomar la guitarra eléctrica y se enchufará de nuevo”

"The world is full of kings and queens,
who blind your eyes then steal your dreams,
it´s Heaven And Hell"


Oye, pero eso le gustaba desde entonces no?
"Sí pero no a tal grado. Él adoraba el impacto de los amplificadores y ahora yo se que no tardará en volver al rock and roll”

A continuación le menciono las recientes declaraciones hechas por Tony Iommi, en las que asegura que es una pena que la etapa de Sabbath con Dio, no reciba el reconocimiento que merece (luego de varios años en campaña pro- Ozzy, en los que evadía el tema), y comenta:
“Sí, ya las leí. Pero sabes lo que decía entonces? Según él yo debería estar agradecido, pues estaba recibiendo más crédito del que merecía. Y ahora dice lo contrario. Pero bueno, así son las cosas. Lo que pasa es que Tony es todo un caso. Mira este es Tony”, en ese momento toma de la mesa una charola y actuando como mesero, pasa bruscamente entre quienes nos encontramos ahí: “Con permiso, con permiso!. Así es Tony, se mueve de acuerdo a las circunstancias, sus necesidades y sin preocuparse por los demás. Pero a fin de cuentas ahí están las canciones, y las versiones de Ozzy para quien las quiera y las mías para quien las quiera”

En ese momento domino al fan que llevo adentro y de la manera más objetiva, le explico que sin embargo ahí está Live Evil, el disco que grabó en vivo con Sabbath y que incluye sus interpretaciones a los clásicos de la época de Ozzy, y que para muchos seguidores significan una inigualable revitalización de esas canciones, a lo que intimidado argumenta:
“Si tú lo crees. Bueno, solo te diré algo, en aquella época Tony lo aceptó”

Ronnie, si tuvieras que escoger un disco de Sabbath y uno de Rainbow para escuchar completo, cuáles serían?
“No escogería uno y uno, definitivamente sobre Black Sabbath y Rainbow sería Heaven And Hell. Ese disco es muy especial para mí, ya que en ese momento yo quería comenzar a hacer música más obscura y profunda. Y con Sabbath compuse canciones con las que me sentía mas a gusto. Sin duda esa época es algo de lo mejor en mi vida”

Cabe mencionar que esta plática no fue una entrevista, sino una convivencia y como tal mientras autografiaba unos programas de Black Sabbath, hacía memoria tratando de recordar los lugares en los que las fotos fueron tomadas. Y en ese ambiente le agradecí haber tocado durante el concierto “The Sign Of The Southern Cross”, la cual personalmente considero una de sus mejores composiciones, y con un gesto de asombro contesta:
“Que bueno que así te parezca, ya que a mi parecer esa canción ha sido muy incomprendida y de hecho creía que solo a mí me gustaba. Ese disco (Mob Rules), en sí es bastante oscuro y “The Sign Of. ...” siempre ha sido mi canción favorita del disco”

Y también desenterraste para el concierto “The Gates Of Babylon” de Rainbow...
“Si, también esa es una canción muy buena. Y creo que no la tocaba desde que estaba en Rainbow”

Y cuando Dio llamó a Rudy Sarzo, Simon Wright y Craig Goldie (bajista, baterista y guitarrista respectivamente de su banda), a que salieran para la foto del recuerdo (llamado al que solo Goldie bastante contento asistió), sabíamos que el tiempo había terminado y nos despedimos de la leyenda Ronnie James Dio, agradeciendo de nuevo la amabilidad con que nos recibió como en su casa.


Nota: Perdón pero me jacto de presumir, que las fotos que ilustran este texto fueron tomadas con mis manitas.


domingo, 8 de junio de 2008

Ennio Morricone: Érase una ves en la ciudad de México.

En casos excepcionales la banda sonora de las películas, o soundtrack, es tan importante para el resultado final, como lo es la fotografía, el guión e incluso la misma dirección. Y es por eso que no me imagino “Suspiria” o “Deep Red” de Dario Argento, sin la música de Goblin; “Escape from New York” o “Assault on Precinct 13” de John Carpenter, sin la música de su propia autoría o “Rosemary´s Baby” de Roman Polansky, sin las angustiantes composiciones de Christopher Komeda.

Sin embargo, me parece que para el cinéfilo, imaginar a la cinematografía sin la música de Ennio Morricone es literalmente imposible. Inclusive, si de mí dependiera mandar una zonda espacial, con ejemplos de lo que se hace por acá. Mandaría un video con el clip de “El Bueno, el Malo y el Feo” de Sergio Leone, en el que se escucha “El Éxtasis del Oro”, del maestro italiano.

Y es que hace unos días se llevó a cabo en el Auditorio Nacional de la ciudad de México, un evento sin precedentes. Ennio Morricone se presentó dirigiendo a la Roma Sinfonietta (orquesta), con la que interpretó “Musica Per Il Cinema”. La selección para esa noche incluyó diversas suites, conformadas por temas de películas como “Los Intocables”, “Érase una ves en América” y “La Misión”, por mencionar a las más populares. Sin embargo, el momento en que se empezó a escuchar “El Bueno, el Malo y el Feo”, el suspiro de cerca de diez mil personas fue estremecedor.

Previo al evento, mi amigo Ponchito, que en realidad no se llama Ponchito, pero que para salvaguardar su integridad decidí mantener su identidad encubierta con este alias (algo que haré constantemente, salvo el caso de personajes cuya popularidad es vasta, como es el caso de Juan Heladio, mi amigo de la infancia), tuvo a bien prevenirme y de muy buena fe me dijo: “… oye, pero ese concierto no tiene nada que ver con el rock. Y te advierto que puede ser pesado y demandante. Estarás preparado? No te vayas a aburrir. Y además será conveniente que vayas vestido de manera… er, adecuada, por llamarlo de alguna manera”. Ponchito es una persona muy refinada y en cuanto a cine se refiere es muy especial. Se prende grueso con las películas de animales. En una ocasión lo desalojaron del cine Lindavista acusándolo de perverso. Esa tarde proyectaban en programa doble “Babe, el puerquito valiente” y “El Perro Bombero”. Así es, su preferencia no es la zoofilia, sino las películas de animalitos. De hecho se encuentra en la revisión de su libro de próxima publicación: “Cine de animalitos- Análisis cinematográfico y su filosofía”. En serio.


La cosa es que esa noche el respetable sí supo comportarse, casi. Y es que a grito pelón, una señora de plano no se aguantó y le pidió al maestro: “Paradiso!” y la verdad es que mucha gente la apoyó, aunque al menos en el programa no estaba incluida. Para el encore, de manera sublime, Morricone regreso como que con más decisión y repitieron “El Éxtasis del Oro”, por algo ha de ser. Y para el segundo encore se aventaron una que la verdad no conozco. Pero prendió tanto al público, que puedo creer que quizás se trataba de la mencionada “Paradiso”. Y ustedes disculpen pero como “Cinema Paradiso” no me conmovió precisamente, pues no la recuerdo muy bien. Para entonces ya abiertamente en plan villamelón, mucha gente bien prendida llevó el ritmo con las palmas lo cual me preocupó un poco, pues sí esperaba que el maestro se encabronara e interrumpiera la pieza abruptamente. Y es que hace como dos meses, el Estrella de la Mañana se aventó el tiro de entrevistarlo y les puedo decir que quizás sea por la edad, pero Morricone ya raya en lo… especial, por no decir mamón. Cuando le preguntó acerca de su trabajo al lado de Morrisey, se emputó y le dijo que de eso no quería hablar. En fin, a estas alturas y con ese historial se le perdona todo. Y lo digo en serio y no de dientes para afuera.

Esa noche, sin pantalla de por medio, muchas imágenes activaron la memoria y en repetidas ocasiones nos helaron la sangre. Eso pasa cuando el cine deja de ser mero entretenimiento y pasa a ser un elemento más en la dieta básica de las emociones.

A colofón dos comentarios:

1) Antes de que comenzara el concierto, una cuadrilla de mutiladores arrancaba una hoja del programa de mano. Y con el plan bien trazado, el estrella de la Mañana se lanzó durante el intermedio, a buscar algunos de esos preciados ejemplares. Y con ellos en su poder se fue a pepenar los botes de basura, en busca de alguna de las hojas misteriosas. Sí la encontró y revisando el caso, parece que de último momento los promotores tuvieron alguna dificultad con uno de los patrocinadores: Playboy. Lo estúpido del caso es que en la hoja mutilada, por un lado aparece la publicidad de la revista en cuestión. Pero por el otro se encuentra precisamente la biografía de Ennio Morricone! Dios mío perdónalos, no sabían lo que hacían!
2) Le consulté al Estrella de la Mañana y me dice que también desconoce cual fue la pieza que interpretaron al final del concierto. Pero que no fue “Paradiso”.


Uno de los máximos momentos en la historia de la cinematografía.