domingo, 13 de abril de 2008

The Mars Volta y Smashing Pumpkins en concierto.


El sábado pasado se llevó a cabo la primera edición del Coca Cola Zero Fest y por desgracia no lo pude disfrutar como tal. Cuando llegue, My Morning Jacket terminaba su actuación y no me quedo más que acercarme, con más morbo que interés, hacia el fenómeno llamado My Chemical Romance. Sobre el escenario encontré a un grupo de chavos bonitos, muy jóvenes, jugando al músico consumado. Tocan bien y por la respuesta de su multitudinaria audiencia, puedo entender su actitud. Pero esto para un treintañero (que pasó por esas a mediados de los ochentas), tiene muy poco que ofrecer y fue entonces que preferí moverme en busca de un baño.

Esa noche mi asistencia, respondía a dos motivos únicos, ver a The Mars Volta y a los Smashing Pumpkins, hasta entonces en ese estricto orden. Y por tal motivo preferí aproximarme al escenario en el que los texanos, habrían de sacarme de dudas, de una buena ves. Esta fue la cuarta ocasión en que The Mars Volta se presenta en nuestro país y por diversas razones, sería mi primera oportunidad para verificar, si la banda es tan cabrona en vivo, como para respaldar la impresión que sus discos me han causado. Hace muchos años, cuando tocaron por primera vez en el Circo Volador, solamente había escuchado de ellos lo que transmitían, en una de las dos o tres estaciones de radio con posibilidades de hacerlo en nuestra ciudad. Sin embargo mi aversión a dicha estación y sus conocidos dotes aduladores, actuaron sobre mí como es la costumbre. Es decir, The Mars Volta me cagaba y se me hacían unos pretenciosos de primer nivel. Sin embargo unos días después, un amigo con criterios musicales que considero de absoluta confianza, me invitó a reconsiderar, pues la experiencia para él había sido reveladora.

La cosa es que luego de dos intentos fallidos por presenciar al combo, esta noche en lugar de regresar del baño hacia los románticos químicos, preferí adentrarme en busca de un buen lugar para salir de dudas. Para entonces el clima se reía de nosotros y las primaverales playeras y pantalones cortos, se vulneraban ante la inclemente llovizna y un frío que ya se antojaba de la chingada.

Ennio Morricone nos presentó a la banda y como cubetazo de agua fría el suyo fue un auténtico asalto sonoro. Ocho músicos sobre el escenario parecerían un exceso. Pero escuchando lo que el estupendo equipo de audio emitía, los hacía parecer aún insuficientes. Desde entonces, la audiencia explotó en emociones y en general brincaban, gritaban y se movían como niño haciendo berrinche. La primer eh… no quiero decir canción porque de hecho nunca se dividió en canciones su presentación. Mejor digamos que esta primera parte duró cerca de veinte minutos. Y mientras Omar Rodríguez-López se enfrascaba en un solo de guitarra, tan espectacular como interminable, el público se aplacaba, permitiendo así apreciar a la impresionante banda. Sin embargo, durante estos largos trances de aparente receso para Cedric Bixler-Zavala, el cantante o mejor dicho: vociferante; sus movimientos parece que eran el centro de atención para la presentes. Cada uno de sus saltos imposibles parecía ser la estrella de la noche. Y en ese momento me pregunté, porqué chingados hay en este momento, según mi cálculo, cerca de veinte mil (o más), personas vitoreando a The Mars Volta? Y porqué esta misma multitud no tiene ni idea de la existencia de bandas de rock progresivo como King Crimson, Il Balleto di Bronzo y Goblin? O porqué no conocen y se extasían de la misma manera con el disco en vivo que grabó Santana con Buddy Miles?. O porqué tampoco rinden pleitesía a los soundtracks del mencionado Morricone o Lalo Schifrin? Pues todos estos son ingredientes, declarados o especulados (por obvios), en la dieta que ha nutrido a The Mars Volta.

De los ocho músicos, por su apariencia cinco no lo parecen. Sin embargo se encuentran en trance y parece que en cualquier momento azotarán sus instrumentos en el piso. Están poseídos. El baterista es un caso aparte, pues me imagino que si los zombies haitianos de verdad existen, él es uno de ellos o su líder. La batería en momentos pareciera su peor enemigo y juras que en cualquier momento terminará por destruirla, víctima del más rítmico de los sacrificios.

Su set pronosticado a setenta y cinco minutos, ha sobrepasado esa limitante y parece que a nadie, y digo a nadie, le importa. Pues lo que ocurre en el escenario parece que será historia. Cedric se ha vuelto loco, y está enfurecido arrojando los platillos (con todo y atriles), hacia el público. El que parece un acto irresponsable (que sí lo fue y mucho), le ha dado al concierto ese toque de peligrosidad, del que nos habían dicho que el rock and roll también estaba hecho. Encarrerado toma un extinguidor y lo vacía entre el público y la gente del staff. Y ya vacío amenaza con arrojarlo a la gente, acto que fue ovacionado y pedido al mismo tiempo. Pero por fortuna el proyectil, fue interceptado en el aire por un guardia de seguridad.

El evento está al máximo y ya es proyectado por las pantallas de este y también del escenario, en el que los Smashing Pumpkins debían haber comenzado su actuación, hacía ya varios minutos. Pero me imagino incluso a Billy Corgan y compañía, observando a los Volta por los monitores. La banda es un generador de emociones gigante y parece desbocado. Nada los podía parar y Cedric continuaba despojando al escenario de sus componentes. Por los aires también surcó una pesada lámpara que estaba detrás del baterista y entre la gente se pelean por un pedazo, de tan mortales recuerditos. En tanto, Cedric ya esta montado en la cámara de video, y se desplaza de lado a lado del escenario. A lo lejos las calabazas no pueden esperar más y empiezan su actuación. Y con esto algunos de los asistentes emprenden su exilio hacia el escenario mayor.

Tras unos cuantos minutos mas, de destrucción emocional, envuelta en grandilocuencia sonora; The Mars Volta termina su actuación, con la batería derrumbada a manos de Cedric. Y es cuando con los puños bien cerrados, me encamino hacia el otro escenario, porque parece que los Pumpkins ya llevan un par de canciones interpretadas. En la caminata pienso que las calabazas lo tienen muy difícil, pues The Mars Volta se han pasado de la raya.

La multitud en el escenario principal es mayor y me parece que hay cuarenta o cincuenta mil personas. El sonido es monumental y los Smashing Pumpkins (o bueno, Corgan y Jimmy Chamberlin y compañía), son los reyes de la noche. Sin embargo se percibe algo en el ambiente. Y es que las versiones que la banda esta interpretando, difieren de las conocidas y aparte suenan más pesadas. Cuando grabaron el disco “Machina/The Machines of God” en 2000, declararon que sus influencias habían sido Black Sabbath, Rainbow, Judas Priest y Thin Lizzy. Después de eso la prensa perdió el interés en la banda y su música difusión. Llego la separación y Corgan se dio el lujo de trabajar con Tony Iommi (por si alguien creía que el sonidote de las calabazas era de a gratis). La cosa es que en el Zero Fest, los Smashing sonaron avasalladores y eso como que tomó por sorpresa a mucha gente. Temas como “Ava Adore” y “1979” (en acústico, con Corgan en solitario), sufrieron tratamientos renovadores, pero desconcertantes para algún sector.

Hacia el final interpretaron “United States”, una mastodónica obra de rock pesado, que en su parte media pareciera incluso rendir homenaje al “Bela Lugosi´s Dead” de Bauhaus. Tras este pasaje retornan enfurecidos y pletóricos con las guitarras, para encaminarse hacia el final del concierto. Y minutos después, con un masoquista feedback como fondo (en el más puro estilo de Lemmy de Mötorhëad), Corgan recorre el escenario arrojando plumillas y despidiéndose (aparentemente sin muchas ganas de hacerlo).

Lo que presenciamos esa noche, difícilmente se repetirá. Y no sé porque pienso que desafortunadamente, gran parte de los asistentes no comparte mis apreciaciones. Y de igual forma, creo que la gente que pudiera hacerlo, se priva de vivir estas experiencias, en nombre de los estoperoles heavy metaleros o un cómodo asiento para disfrutar, de un recital de rock progresivo de altos vuelos. Ambos elementos, grandes ausentes de la velada.

El terreno devastado por el embate del monstruo de las miles de cabezas, es ahora territorio de pepenadores. Y es que muchos queríamos una de las plumillas de Billy Corgan. Esquivándonos, camina apresurado un cuate que sobre su hombro parece llevar un tanque de gas. Pero no, no era un tanque de gas. Era la lámpara que originalmente, había adornado la escenografía de The Mars Volta, a muchos metros de distancia.

3 comentarios:

Abogadete!. dijo...

FffUuuTttAaa!!!... muy buena reseña mi estimado Howdy.

Me da mucho gusto visitar tu maléfico dominio y coincido contigo, las presentaciones de The Mars Volta y de Smashing Pumpkins estuvieron fenomenales, adoré a The Mars Volta, adoré a Smashing Pumpkins, que a mi gusto se aventaron una presentación encabronada, con un estilo mucho más atronador y una actitud más prendida que la brindada en su visita de 1998.

Es una lastima que no hayas alcanzado a ver a My Morning Jacket y a The Faint, quienes también se lucieron bastante, pero por lo que se refiere a los demás grupos, no te perdiste de nada del otro mundo… tal vez, con la excepción de Austin TV y (pésele a quien le pese) de Miranda, que no dejan de ser cagados en vivo… de Chetes y Bright Eyes me ahorro mis comentarios, que para escuchar las versiones 5.0 del Divo de Linares y Peter Cetera (en Indie of course)… mejor pongo Universal estereo.

En fin, te mando muchos saludos y te sugiero que le caigas al blog abogansteril que en los proximos planeo postear un alucinante Peel Sessions de David Bowie.

Salu2.

d dijo...

Lleno de contrastes, eso esta chido.

Me gusto tu reseña.

jo, que risa con el líder de los zombies haitianos.

ja!

Rik dijo...

aaaaaahhhhhhh, buena reseña, mira, hasta me dan ganas de haber visto a The Mars Volta, banda que he escuchado con el firme propósito de apreciar su propuesta y sin embrago aun no les encuentro ése "algo mas" a sus claras influencias. Debo reconsiderar despues de leer esto, y ultmiamente he intentado ser mas indulgente con los criterios, ya que a fin de cuentas, quizas no importa lo novedoso tanto como una excelente propuesta y ejecución. saludos